Demostrar que un servicio existió es una tarea que pudiese demostrarse sin mucho inconvenientes. Por ejemplo, en un servicio de consultoría habría informes, contratos, tareas varias hechas por el consultor y debidamente registradas, etc., y por tanto puede acreditarse la existencia efectiva del servicio de consultoría.
Por su parte, determinar que el servicio prestado es económicamente razonable y que fue necesario contratarlo, trae consigo más discusiones. De acuerdo al principio arm’s lenght ninguna empresa contrataría un servicio que pudiese ser gestionado internamente de forma efectiva; sólo contrataría servicios bastantes específicos fuera de su alcance normal de operaciones. Aquí se debe recordar que las empresas en economías de mercado siempre buscan maximizar beneficios y no malgastar.
Sobre este tema, el Manual sobre Precios de Transferencia de Naciones Unidas, edición 2017, tiene un sistema llamado “test de beneficio”. En su página 232, párrafo B.4.2.3 se describe dicho test y las ideas principales son estas:
Para que un servicio sea considerado existente a fines fiscales, debe proveer un beneficio razonable a su receptor. De no proveer un beneficio razonable, debe entonces haber una expectativa razonable por parte del receptor de recibir un beneficio razonable. En este caso se pone el ejemplo de una multinacional que desarrolla un plan de marketing para todas sus filiales. En ese caso es posible que en algunas jurisdicciones el plan tenga éxito mientras que en otras no, sin embargo el hecho de que no haya éxito comercial no implica que el gasto incurrido en el plan de marketing sea irrazonable, puesto que había una expectativa razonable de éxito. En adición, una empresa independiente puede incurrir en estos mismos servicios de marketing y no tener beneficios de su aplicación.
El punto clave es entender el concepto del riesgo que rodea el servicio contratado y si una empresa independiente asumiría esos mismos riesgos. En el mercado suele suceder que una empresa incurre en grandes riesgos (gastos e inversiones en experimentos) si espera recibir a su vez grandes beneficios. Puede que no obtenga beneficios al haber invertido en investigaciones que no dieron al traste con lo buscado. No obstante esto, una empresa nunca asumiría grandes riesgos si no existen de por medio grandes beneficios esperados. Por otro lado, si una empresa contrata un servicio con un riesgo moderado, debe esperar beneficios menos cuantiosos y con mayor seguridad.
Luego de satisfacer los puntos anteriores queda pendiente analizar los precios de transferencia acordados para los servicios y si estos obedecen al mercado. Un servicio intragrupo puede existir, resultar beneficioso para la empresa, y a su vez estar declarado a un precio inexplicablemente elevado o bajo con relación al mercado.
Franklyn Hernández Bretón