En las interacciones humanas es evidente esta regla. Cuando una autoridad ejerce una acción que afecta a un particular, ocurre la dinámica descrita, se pide datos y fundamentos de lo ocurrido. Incluso, en un sentido amplio, cuando algo no tiene respuesta concreta -como saber el sentido de la vida- recurrimos a lo divino o a la superstición como posible explicación. El ser humano quiere explicaciones y si no las hay tendemos a sentir desahucio o frustración. Las explicaciones y la información nos dan tranquilidad.
El Estado de Derecho tiene uno de sus pilares en la debida motivación que deben las autoridades públicas a los particulares cuando se toman decisiones que causan daños o efectos graves. Todo nuestro sistema judicial y legislativo está diseñado para cumplir con estas premisas. Las sentencias en un sistema de justicia moderno deben caracterizarse principalmente por una motivación suficiente, garantizando que las partes entiendan claramente los razonamientos que tiene el juez o jueces para dar la razón a una de las partes en el conflicto. Las leyes deben contener consideraciones que permitan entender la razón de su existencia y aplicación. Por otro lado, en las dictaduras un gobierno puede tomar decisiones sin pre avisar y sin dar explicaciones posteriores, en las democracias es lo contrario.
En la práctica vemos a diario prácticas abusivas de autoridades públicas que ejercen el poder sin dar explicaciones, jueces que deciden un asunto y prácticamente no explican su decisión. Siempre hay que tener presente que si he sido afectado por una decisión de autoridad pública cualquiera en este país, y no me explican los motivos, o me dan una explicación sin lógica o validez, existen vías para atacar este hecho porque el Estado de Derecho es una creación -como dijimos- que tiene uno de sus pilares básicos en la explicación que deben las autoridades sobre las acciones que realizan.
Nadie se debe quedar de brazos cruzados ante abusos, hay que pedir motivación, explicaciones, y si no hay explicaciones exigir justicia.